Pastel de manzana fácil para el otoño: dos maneras deliciosas
Ya sea con una capa esponjosa y dorada o con una costra de avena crujiente, estas recetas de cobbler traen calor y aroma a la mesa.
El encanto del pastel de manzana
Hay ciertos olores que marcan una estación. El de la manzana con canela horneándose es uno de ellos. Apenas se enciende el horno, el aroma empieza a extenderse por la casa y parece llamar a todos a la cocina. No importa si es otoño, invierno, o un día lluvioso de verano: ese olor tiene la capacidad de detener una conversación o de hacer que alguien pregunte, desde el otro cuarto, “¿qué estás horneando?”.
El pastel de manzana, o apple cobbler, tiene algo especial. Es un postre sin pretensiones. No necesitas rodillo ni molde perfecto, y si cortas las manzanas de forma desigual, nadie se dará cuenta. Incluso si la cobertura queda un poco torcida, nadie se quejará cuando la primera cuchara atraviese la capa dorada y descubra el relleno burbujeante.
Hay dos formas tradicionales de hacerlo. Una tiene una masa suave que se infla en el horno y queda esponjosa, como un bizcocho ligero. La otra lleva una costra de avena y mantequilla que cruje al morderla. Ambas son deliciosas, y elegir entre ellas puede ser complicado. Por eso aquí te mostramos cómo preparar las dos. Tú decides cuál se roba tu corazón… o simplemente haces ambas y dejas que desaparezcan sin dejar rastro.
En esta guía aprenderás a preparar ambas versiones para que decidas cuál se adapta mejor a tu estilo… o prepares las dos y dejes que los comensales escojan.
Ingredientes para el relleno de manzana
Las dos versiones comparten el mismo relleno. Dulce, especiado y justo lo bastante espeso para sostenerse sin volverse gomoso.
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6–7 manzanas medianas (aprox. 900 g), peladas y en rebanadas
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½ taza (100 g) de azúcar blanca
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2 cucharadas (30 g) de azúcar moreno
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1 cucharada (15 ml) de jugo de limón
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1 cucharadita de canela
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¼ de cucharadita de nuez moscada
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1 cucharadita de extracto de vainilla
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1 cucharada (8 g) de fécula de maíz
Cómo elegir las manzanas adecuadas
La elección de manzanas hace toda la diferencia. Granny Smith es la variedad clásica por su acidez, pero combinarlas con otras más dulces como Honeycrisp, Fuji o Braeburn crea un sabor más complejo y equilibrado. El truco: que sean firmes, para que no se deshagan en el horno.
Versión 1: Pastel de manzana con masa horneada
Esta es la versión clásica, con una cobertura de masa ligera que se infla en el horno y queda dorada por encima del relleno burbujeante.
Ingredientes de la masa
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1 taza (120 g) de harina de trigo
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½ taza (100 g) de azúcar blanca
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1½ cucharaditas de polvo de hornear
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¼ de cucharadita de sal
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½ taza (120 ml) de leche
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¼ de taza (60 g) de mantequilla derretida
Paso a paso
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Preparar las manzanas
Mezcla las rebanadas con los azúcares, el jugo de limón, la canela, la nuez moscada, la vainilla y la fécula. Coloca todo en un molde engrasado de 23×33 cm. -
Hacer la masa
En un tazón, combina harina, azúcar, polvo de hornear y sal. Agrega la leche y la mantequilla derretida. Revuelve hasta obtener una mezcla homogénea (la masa será espesa, pero fluida). -
Armar
Vierte la masa sobre las manzanas. No te preocupes si no las cubre por completo: en el horno se esparce y forma esa apariencia rústica que da nombre al cobbler. -
Hornear
Hornea a 180 °C durante 40–45 minutos, hasta que la parte superior esté dorada y un palillo salga limpio. -
Reposar y servir
Deja enfriar 10 minutos. Sirve tibio con helado de vainilla o crema batida.
Cómo queda
La versión con masa esponjosa resulta dorada, suave y ligeramente crujiente en los bordes. El interior es tierno, absorbiendo los jugos de la manzana. Clásico y reconfortante.
Versión 2: Pastel de manzana con cobertura crujiente
Si lo tuyo es la textura y el contraste, esta es tu versión. Muy parecida a lo que en muchos lugares se llama apple crisp: una cobertura de avena y mantequilla que se hornea hasta quedar dorada y crocante.
Ingredientes de la cobertura
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½ taza (60 g) de harina de trigo
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½ taza (50 g) de avena en hojuelas
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½ taza (100 g) de azúcar moreno
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½ cucharadita de canela
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Pizca de sal
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½ taza (113 g) de mantequilla fría en cubos
Paso a paso
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Preparar las manzanas
Usa el mismo relleno de la otra versión y colócalo en un molde engrasado. -
Hacer el crumble
En un tazón, mezcla harina, avena, azúcar moreno, canela y sal. Agrega la mantequilla fría y desmorona con un tenedor o con las manos hasta formar migas gruesas. -
Armar
Esparce el crumble sobre las manzanas. -
Hornear
Hornea a 180 °C durante 40–45 minutos, hasta que la parte superior esté dorada y crocante. -
Reposar y servir
Deja enfriar 10 minutos. Sirve tibio con crema batida o un toque de salsa de caramelo.
Cómo queda
El cobbler con crumble es crujiente, con sabor a mantequilla y caramelo. La avena aporta un toque de nuez, y el azúcar moreno intensifica el dulzor.
Variaciones para probar
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Con caramelo: un chorrito de salsa sobre las manzanas antes de hornear.
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Con nueces: media taza de pacanas o nueces picadas en la cobertura.
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Con frutos rojos: mezcla una taza de frambuesas, arándanos o arándanos rojos con las manzanas.
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Más especias: jengibre, clavo o cardamomo para un sabor distinto.
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Mini cobblers: prepara porciones individuales en ramequines. Hornea 25–30 minutos.
Trucos para el éxito
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Combina variedades de manzana para lograr equilibrio entre dulzor y acidez.
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Mantén la mantequilla fría en la cobertura para un crumble perfecto.
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No sobrehornees: las manzanas deben estar tiernas, no hechas puré.
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Empieza a revisar antes: cada horno es distinto, revisa desde los 35 minutos.
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Sirve tibio: las dos versiones brillan recién salidas del horno.
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Guarda bien los restos: refrigera hasta 4 días y recalienta en horno para que recupere textura.
Datos curiosos sobre el cobbler
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El nombre cobbler viene de su parecido a las calles empedradas.
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En el sur de EE. UU. es un postre de reunión, casi siempre acompañado de helado casero.
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Los colonos lo horneaban en sartenes de hierro sobre fuego abierto, como alternativa rápida a las tartas.
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Existe incluso un Día Nacional del Cobbler de Durazno, celebrado el 13 de abril en Estados Unidos.
Pensamientos finales
El pastel de manzana no es solo un postre. Es una excusa para encender el horno, para llenar la casa de ese aroma dulce que invita a acercarse. Siempre hay alguien que aparece antes de tiempo, cuchara en mano, aunque jures que todavía falta. El sonido de las burbujas, el dorado de la superficie, la tentación es demasiado grande.
La versión con masa esponjosa tiene algo nostálgico. Es sencilla, clásica, como una receta heredada que pide a gritos una bola de helado derritiéndose encima. Cada bocado es suave, reconfortante, y hace que quieras otro más.
La versión crujiente, en cambio, tiene su propia personalidad. Al partirla, suena. Deja migas por la mesa y un aroma a mantequilla tostada que se queda flotando en el aire. Una vez me distraje y la dejé unos minutos extra; pensé que me había pasado… pero terminó siendo la favorita de todos.
¿Cuál es mejor? Depende del día, del antojo, de quién esté sentado a la mesa. Lo único seguro es que nunca sobra. El molde se vacía antes de que te des cuenta, y mientras lavas los platos ya estás pensando en comprar más manzanas para repetir la historia muy pronto.
Al final, la verdadera pregunta es otra: ¿cuál prepararás primero?