La respuesta es que, aunque nos pueda parecer lo contrario, las hormigas no hibernan. Lo único es que durante los meses en que las temperaturas son más bajas se dedican a trabajar en sus hormigueros. Los sellan, pero siguen cavando túneles y transportando de un lugar a otro lo que se encuentran en la tierra. Por tanto, la explicación de que no veamos hormigas en invierno es simplemente porque no salen al exterior, ya que necesitan climas templados para realizar sus actividades al no tener la capacidad de regular la temperatura como tenemos los humanos. Además, otra razón que explica que veamos las hormigas en primavera y verano es que durante esos meses las colonias son más numerosas ya que ponen huevos en primavera y estos completan su proceso durante el verano.

Por todo ello, los meses de primavera son los idóneos para que estos insectos salgan de sus hormigueros con el objetivo principal de conseguir comida. Y tienen un sistema para conseguirlo muy eficiente: cientos de hormigas salen de sus hormigueros hacia todas las direcciones posibles en busca de comida. Cuando una de ellas encuentra algo interesante, se lo comunica a las demás marcando con sus feromonas o sustancias químicas que segregan, la zona donde se encuentra esa comida. Las hormigas pueden oler las feromonas a distancia y seguir el rastro hasta la comida. Y esto explica porqué se acaban formando filas interminables de estos diminutos insectos y cómo logran llegar hasta su objetivo.

A menudo, este objetivo está dentro de nuestros hogares porque son una gran fuente de alimentos para ellas ya que es fácil encontrar residuos como restos de azúcares que tanto valoran. Además, su tamaño les permite entrar por cualquier rendija u orificio de nuestras casas y logran entrar por debajo de puertas, baldosas, grietas o ventanas.

Y ahora la pregunta del millón, ¿es posible evitar que se cuelen en casa? Para los expertos es prácticamente imposible sellar nuestros hogares para impedirles el paso por lo que debemos intentar que no encuentren lo que buscan, es decir, tener la casa lo más limpia posible de los restos que ellas pretenden: restos de azúcar en los armarios, migas en los suelos, basuras o recipientes con comida abiertos, etc. Porque si bien es muy difícil evitar que las hormigas penetren en nuestras viviendas, por no decir que es casi imposible, también es cierto que, si no encuentran alimento, se acabarán marchando a otro lugar siguiendo su búsqueda, pero en otro sitio.