• Heidi Rosen es una escritora especializada en diseño de interiores, proyectos de bricolaje y vida sostenible. Le apasiona crear espacios hermosos y funcionales y ayudar a otros a hacer lo mismo.

Si quieres que tu lavavajillas dure más, limpie mejor y no huela mal, deja de hacer estas cosas.

El lavavajillas es uno de esos electrodomésticos que damos por sentado. Lo encendemos, cerramos la puerta y esperamos que haga su trabajo. Pero si lo usamos mal, poco a poco se va desgastando hasta que deja de limpiar como antes, empieza a oler mal o directamente se daña. ¿La causa? Errores comunes que muchas personas cometen sin darse cuenta.

Desde elegir el ciclo equivocado hasta ignorar una simple junta de goma, hay pequeñas acciones (o la falta de ellas) que acortan la vida útil del lavavajillas y aumentan las probabilidades de reparaciones costosas. Lo mejor es que la mayoría de estos errores se pueden evitar fácilmente y sin gastar dinero.

En esta guía te explicamos los 14 errores más frecuentes, por qué son un problema y cómo solucionarlos. También incluimos algunos datos curiosos y consejos para sacarle el máximo provecho a tu lavavajillas por muchos años más.

Esto no es solo una lista de «no hagas esto»—es una guía práctica para usar mejor el aparato, protegerlo y tener siempre los platos limpios sin complicaciones.

1. Llenarlo demasiado

Es tentador meter “una cosa más”, pero cuando lo sobrecargas, el agua no llega a todos los rincones. Los platos apretados impiden que el detergente circule y algunos terminan sucios. Además, se sobrecarga el motor. Deja espacio entre los utensilios y evita apilar tazones o cucharas. Mejor hacer dos cargas bien hechas que una sola mal cargada.

2. No limpiar el filtro

El filtro atrapa restos de comida, grasa y suciedad. Pero si no lo limpias seguido, puede obstruirse. ¿El resultado? Platos nublados, con olor o sucios. Incluso puede hacer que el agua se estanque. Sácalo y enjuágalo cada semana con agua tibia. Usa un cepillo suave si hay residuos pegados.

3. Ignorar el desagüe

Si tu lavavajillas no drena bien, puede ser por un desagüe bloqueado. Restos de comida, etiquetas o incluso fragmentos de vidrio pueden acumularse en el fondo. Esto causa mal olor, agua estancada y crecimiento de moho. Revisa esa zona al menos una vez al mes. Con una limpieza rápida puedes evitar problemas mayores.

4. Usar el detergente equivocado

Si usas jabón de trastes normal o un limpiador multiusos, puedes dañar el lavavajillas. Generan demasiada espuma, pueden provocar fugas o dañar las piezas internas. Solo usa productos diseñados para lavavajillas—en cápsulas, gel o polvo. Verifica que funcionen con el tipo de agua que tienes (dura o blanda) y no te excedas en la cantidad. Más jabón no significa platos más limpios.

5. Raspar sí, enjuagar no

No hace falta enjuagar todo hasta que quede impecable, pero tampoco debes meter platos con restos grandes. Pedazos de comida pueden atascar el filtro o bloquear los brazos rociadores. Además, si enjuagas demasiado, el sensor del lavavajillas puede “pensar” que todo está limpio y hacer un ciclo corto. Raspa los sólidos en la basura o compost, y listo.

6. Bloquear los brazos rociadores

Sartenes grandes o platos mal colocados pueden impedir que los brazos rociadores giren. Y si no giran, el agua no llega bien a todos los platos. Antes de iniciar un ciclo, gira los brazos con la mano para ver que se muevan libremente. Reacomodar un par de cosas puede salvar toda la carga.

7. Elegir el ciclo incorrecto

Cada ciclo tiene su propósito. Usar el rápido con sartenes grasosas no servirá de mucho. Y poner un ciclo pesado para platos poco sucios solo desperdicia agua y energía. Revisa el manual y aprende qué hace cada programa. Usa “normal” para cargas del día a día, “pesado” para ollas y sartenes, y “ligero” para cosas delicadas.

8. Olvidar las gomas de la puerta

La junta de goma que rodea la puerta evita fugas, pero también acumula grasa, moho y restos. Si no se limpia, empieza a oler mal y puede perder su función. Pásale un trapo húmedo con jabón suave o vinagre una vez a la semana. Para los pliegues, un cepillo de dientes ayuda mucho.

9. No revisar los agujeros de los brazos

Los pequeños orificios de los brazos rociadores pueden taparse con minerales o residuos de comida. Eso reduce la presión del agua y deja los platos mal lavados. Cada pocos meses, retira los brazos y limpia los agujeros con un palillo o cepillo suave. Un detalle mínimo que mejora mucho el resultado.

10. Usarlo con poca carga

A menos que tu lavavajillas tenga modo de media carga, usarlo casi vacío gasta agua, energía y desgasta las piezas. Intenta llenarlo lo suficiente (sin sobrecargarlo) antes de ponerlo a funcionar. Así ahorras recursos y alargas su vida útil.

11. Dejarlo sin usar mucho tiempo

Si pasa semanas sin usarse, los componentes internos pueden secarse, agrietarse o empezar a oler mal. Aunque vivas solo o comas fuera, conviene hacer un ciclo de enjuague o lavado corto una vez a la semana. Así mantienes las gomas en buen estado y evitas agua estancada.

12. Echar vinagre o cloro directamente

El vinagre es buen limpiador natural, pero si lo viertes directamente, puede dañar las gomas con el tiempo. Lo mismo pasa con el cloro. En su lugar, pon el vinagre en un tazón apto para lavavajillas en la rejilla superior y haz un ciclo caliente. Para limpiezas más profundas, usa productos específicos para lavavajillas.

13. Meter cosas que no van

No todo es apto para el lavavajillas. Cucharas de madera, cuchillos afilados, sartenes de hierro o teflón pueden dañarse o arruinar otras piezas. Algunos plásticos se deforman si no son “solo para rejilla superior”. Cuando tengas dudas, mejor lava a mano. Además de cuidar tus utensilios, también proteges el aparato.

14. No nivelar el aparato

Si el lavavajillas está desnivelado, puede que no drene bien y quede agua acumulada en el fondo. Con el tiempo, eso causa malos olores o incluso corrosión. Usa un nivel para verificarlo y ajusta las patas giratorias si es necesario. Es una corrección rápida que evita problemas serios más adelante.

Curiosidades sobre los lavavajillas

  • El primer lavavajillas mecánico se inventó en 1886 por Josephine Cochrane, una mujer de sociedad que no quería que le rompieran su vajilla fina.
  • Usar lavavajillas ahorra más agua que lavar a mano—hasta 5,000 galones al año (unos 18,900 litros) por familia.
  • Los modelos modernos tienen sensores que detectan cuán sucia está el agua y ajustan el tiempo de lavado automáticamente.
  • En Europa es común secar los platos al aire con un ciclo sin calor, lo cual ahorra energía.
  • Aunque muchos tienen trituradora de restos integrada, igual conviene raspar antes de cargar.

Pensamientos Finales

El lavavajillas es uno de los electrodomésticos más prácticos del hogar, pero también uno de los más fáciles de descuidar. Cuando lo usamos mal—ya sea sin darnos cuenta o por falta de información—acumulamos problemas silenciosos: platos mal lavados, olores extraños, filtros tapados o ciclos que no terminan de enjuagar. Todo eso va desgastando poco a poco el rendimiento del aparato.

Afortunadamente, con unas cuantas buenas prácticas podemos evitar la mayoría de estos inconvenientes. No se trata de complicarse la vida ni de invertir dinero. Se trata de entender cómo funciona y de hacer pequeños ajustes en el día a día: limpiar el filtro, revisar los brazos rociadores, usar el detergente correcto, no sobrecargarlo, y darle mantenimiento básico. Eso es todo.

Cuidar el lavavajillas no es solo para que dure más—también es para que funcione mejor. Si está en buen estado, lo notarás: platos más limpios, menos olores y más tranquilidad. Así que antes de presionar “inicio”, tómate unos segundos para ver si estás cometiendo alguno de estos errores. Tu lavavajillas te lo agradecerá—y tú también.